Los acontecimientos que se generaron con las protestas violentas contra el gobierno del presidente Daniel Ortega en los días que se iniciaron el 19 de abril de 2018, abre una serie de interrogantes que es necesario identificar. Sin duda, contar con mayores elementos de las contradicciones que ocurren en el país más seguro de Centroamérica y que es gobernado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), nos permitirá comprender la dinámica de violencia que se ha gestado en esa nación hermana.
El Banco Central de Nicaragua ha apuntado que esa nación centroamericana “creció 4.9% durante 2017, destacó que entre las actividades de servicio que más aportaron están hoteles y restaurantes, con un crecimiento de 7%, las cuales están relacionadas en parte al turismo, sector en el que se ha incrementado la llegada de visitantes del exterior y cada vez arriban más cruceros a puertos nicaragüenses”. Al mismo tiempo se ha señalado que el año de 2017 y en lo que va de 2018 “aumentaron las recomendaciones sobre Nicaragua, de publicaciones internacionales influyentes que han ubicado a este país como uno de los destinos más importantes para conocer e incluso con sugerencias muy precisas de ciudades, sitios de aventuras y hasta hoteles singulares, como hizo recientemente la revista Forbes al recomendar el hotel El Convento, en León”. Esto significa que en los últimos tiempos la economía nicaragüense se ha visto favorecida por el desarrollo del turismo internacional. Particularmente si se considera que esta industria es una de las más rentables en los país latinoamericanos, especialmente cuando estos cuentan con un riqueza natural e histórico-cultural como lo ha sido Nicaragua. País centroamericano que en su territorio tiene una hermosa orografía llena de espectaculares volcanes, montañas, espectaculares regiones lacustres e islas tropicales, así como una riqueza invaluable en su patrimonio cultural al conservar una serie de urbes coloniales como las esplendorosas ciudades de Granada y León, entre otras.
Familias en Managua, en enero del 2018. Fuente: El19Digital
A la par de todo esto el emplazamiento del territorio de Nicaragua entre dos océanos y al ser una región que reúne todas las condiciones naturales para la construcción de un canal interoceánico, resulta a lo largo de su historia un punto estratégico del mundo por conquistar para el interés de las grandes potencias occidentales desde la época de Carlos V hasta la era Trump. Situación que hasta nuestros días ha sido inviable y que el pueblo nicaragüense ha logrado hasta nuestro tiempos mantener su plena soberanía territorial. Recordemos que en Nicaragua la gesta del General de Hombres Libres, Augusto C. Sandino fue un acontecimiento en la historia mundial que se ha conservado en la memoria como una de las luchas más impactantes de la defensa de la soberanía nacional. O el caso del triunfo de la Revolución Sandinista que en 1979 finalmente derrocó a una de las tiranías más sangrientas de nuestra América y que encabezó la familia de Anastasio Somoza. A quien un presidente estadounidense calificó como “nuestro hijo de puta”.
En los últimos tiempos, durante el gobierno del presidente Daniel Ortega que se inició en 2007, Nicaragua ganó un gran prestigio precisamente por su oferta turística y por su seguridad ciudadana, particularmente cuando en otro momento cargó la imagen de un país belicoso inmerso en la guerra generada a finales del siglo XX y que fue atizada por las políticas intervencionistas de los presidentes republicanos Ronald Reagan y George Bush. Así mismo se menciona por parte del mismo Banco Central que en ese país centroamericano “el turismo le generó a Nicaragua US$840 millones, el 30% más que en 2016, según cálculos de los empresarios privados y el gobierno, que aseguran que solo en la región del Pacífico del país existen más de 500 destinos adecuados para que los extranjeros vengan a vacacionar”. Así, según El Nuevo Diario “la actividad turística se está convirtiendo en uno de los ejes principales del crecimiento económico nacional”.
Fuente: www.mapanicaragua.com
A la par que las leyes de esa nación centroamericana en su proceso de modernización han favorecido con la exención de una serie de impuestos, la llegada de personas jubiladas y pensionistas extranjeros para radicar en su país y con ello aportar una serie de capitales que favorezcan el desarrollo nacional. Cuestión que también se favorece con la conectividad aérea que se ha incrementado hacia ese punto de la geografía centroamericana. Incluso se están estableciendo los canales para conectar a Managua con vuelos directos con Madrid y Nueva York. Situación que permitirá recibir turistas a quienes se estiman gastan por día US$100 o más en promedio.
Paradójicamente, Nicaragua se encuentra en un área donde países hermanos como los del llamado triangulo del norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) padecen el crecimiento de la violencia y de las maras, que presionan para que millones de jóvenes centroamericanos en condiciones de pobreza y por su propia sobrevivencia busquen emigrar a México con rumbo a los EE.UU.
Ahora bien, pensemos el resultado que genera que Nicaragua vuelva a convertirse en un país inestable, violento e inseguro. La ola de violencia generada en abril lo insertaría en la espiral de las contradicciones que a nivel internacional ha generado la derecha estadounidense y local. A la par en los medios de comunicación internacionales que le hacen eco a la campaña de desestabilización en Nicaragua, apuntan a generar un terror mediático. Por ejemplo, no señalan que las protestas fueron encabezadas por sectores de la oposición derechista y que las acciones violentas correspondían a pequeños grupos de alumnos de universidades privadas siguiendo el modelo de las llamadas “guarimbas” venezolanas generando crímenes de odio. Incluso en el caso nicaragüense, se señala que las bandas de grupos armados estrechamente vinculados y orientados por sectores de la derecha nicaragüense, atentaron contra pequeños y medianos comerciantes saqueando sus locales de venta de electrodomésticos, a la par de incendiar y dañar hospitales y centros educativos.
Frente a esa situación el mismo partido gobernante, el FSLN, dio a conocer en un comunicado sobre dichos acontecimientos que: “Como es sabido, fuimos atacados por una ofensiva violentísima que estuvo a punto de incendiar el país en lo que fue una especie de guarimba generalizada, o sea que a diferencia de Venezuela, los actos violentos de protesta y demás acciones no se circunscribieron a determinadas zonas, sino que fue en todas partes, más al estilo de los alzamientos ocurridos en medio oriente”. Agregando el comunicado de la Secretaría Internacional del FSLN que: “El siguiente nivel fue el de las protestas generalizadas en diversos puntos de varias ciudades, que se vio acompañado de asaltos e incendios de locales representativos del sandinismo e instituciones del Estado, y a casas de sandinistas, así como saqueos a supermercados y a bodegas, entre ellas en la que se guardaba todo el medicamento de los asegurados. En estos actos delictivos había quienes convocaban personas en barrios pobres y luego las lanzaban al saqueo”.
Camioneta del Ministerio de Salud de Nicaragua incendiada por terroristas el 1 de julio del 2018 en la ciudad de Masaya. Fuente: El19Digital
En el marco de esta situación, las voces locales de la ultraizquierda, la derecha radical, segmentos del empresariado y algunos intelectuales antisandinistas, coinciden en querer el derrocamiento del gobierno que encabeza el presidente Daniel Ortega. Esto es, impulsar un golpe blando en Nicaragua. Incluso llaman a generar un “Gobierno Provisional”. En el mismo comunicado del FSLN se señala que: “Ninguna organización política, social ni gremial se atribuyó la dirección de las protestas, aunque fueron apoyadas públicamente por el COSEP, algunos jerarcas de la Iglesia Católica y los partidos de la derecha (los mismos que negaron a los trabajadores sus derechos cuando eran gobierno)”. Cerrando la pinza senadores republicanos que alientan la contrarrevolución en Cuba y Venezuela, en esa misma tónica, “el Senador de la Florida Marco Rubio, junto a Robert Menéndez, de Nueva Jersey, urgió a la Organización de Estados Americanos a trabajar con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para llevar a cabo una inmediata investigación de los hechos de violencia y censura” (fuente). Sin duda, el objetivo por parte del intervencionismo estadounidense es generar una nueva “primavera centroamericana” que revierta el poder del sandinismo y con ello sumar a ese país centroamericano en la lógica de los golpes blandos como en Honduras en 2009, Paraguay en 2012 y Brasil en 2016.
Publicado en teleSUR el 26 de abril del 2017.
* Adalberto Santana nació en la ciudad de México, es Doctor en Estudios Latinoamericanos e investigador titular del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.