Es evidente que una facción de la Iglesia católica nicaragüense está implicada en el golpe de Estado que estamos sufriendo desde el 18 de abril. Esta facción – representada
por los obispos Abelardo Mata y Silvio Báez – tiene gran influencia sobre la jerarquía
eclesiástica en el país. La Iglesia católica nicaragüense es una parte
importante del engranaje que mueve el golpe. A través de ellos se movilizan
recursos, medios de transporte y de comunicación. Promueven el odio contra la Policía Nacional y el Gobierno a través del discurso
político/pseudo religioso de algunas de sus figuras más representativas, y sobre
todo reclutan y corrompen conciencias. No podemos callar. La Iglesia tiene una posición
privilegiada para instruir a sus feligreses en el mensaje político que les
conviene, lo cual es una violación a la ética ministerial, a los principios
cristianos y a los derechos políticos de la ciudadanía.
Conferencia Episcopal de Nicaragua
Quieren un cambio abrupto de Gobierno,
porque entienden que el discurso de inclusión religiosa les ha hecho perder
feligreses y terreno como iglesia. Quieren un cambio abrupto de Gobierno, porque
las políticas de este están cambiando la estructura social y económica del
país, y temen que mayores niveles de bienestar y de educación, aparten a los
feligreses del “camino de la fe”. Quieren un cambio abrupto de Gobierno porque les
molesta que sus símbolos no sean los únicos en ser exhibidos y no tener la potestad
exclusiva para el ejercicio de un liderazgo espiritual. Quieren un cambio
abrupto de Gobierno, porque la Iglesia católica ha jugado un papel relevante en
la toma de decisiones públicas sobre temas sensibles a la fe cristiana (el
aborto, la unidad familiar, la educación sexual, la integración social de las
personas homosexuales…) pero parece que todavía no era suficiente y que aspiraban
a decidir sobre otros temas, más allá de la fe. Y quieren un cambio abrupto de
Gobierno porque (y no hay que perderlo de vista) algunos personajes oscuros de
esta Iglesia tienen intereses económicos y políticos que están jugando en la
contienda.
¿Cómo es posible que un
representante de Dios en la tierra, convoque en su nombre, reúna y use a los
humildes campesinos, mujeres y hombres, jóvenes y adultos, para que empujados
por la mentira y los intereses del clero, sean convertidos en instrumentos de
presión para derrocar a un Gobierno democráticamente electo y con un amplio apoyo social?
Les piden que, como los viejos
guerreros, preparen el espíritu para el “paso importante”. Les dicen que es el
momento de “prepararse”, de “disponerse”… Disponerse para ir al corazón de
donde está el problema y liberar el “único tranque” que es el tranque que impide el
paso del pueblo. ¿Dónde está ese gran tranque? El vídeo que acompaña esta
publicación se filtró editado a las redes sociales, pero el mensaje es claro y
preciso: el tranque al que este párroco hace alusión es el mismo al que se
refirió Michal Healy (miembro de la autodenominada Alianza Cívica) en la sesión del Diálogo Nacional
celebrada el 21 de mayo. El tranque del Carmen, es decir, la residencia del Presidente
Ortega y la Vicepresidenta Murillo.
Denuncio y hago un llamado a los
representantes de la Iglesia católica en el mundo para que condenen la
irresponsabilidad de la Iglesia católica nicaragüense y su falta de ética al
usar su liderazgo espiritual con fines políticos y para que tomen las medidas
necesarias para proteger la fe católica en nuestro país y no violar las
libertades políticas de las personas católicas.
Walter Augusto Solís Aguilar
Walter Augusto Solís Aguilar